Exposiciones

Apertura

La discriminación por el color de la piel, los rasgos físicos, la manera de hablar y de vestir es un hecho cotidiano en la sociedad mexicana, al igual que lo es en muchas partes del mundo. Los calificativos que la acompañan –indio patarrajada, naco, chaca y una larga lista- son muestra de cómo se atribuye a dichos rasgos físicos y culturales una serie de valores y cualidades; es decir, se piensa que es mejor ser de piel blanca que oscura, de nariz delgada y no ancha, hablar español y no nahuatl o maya.

Hablamos de racismo/hablemos de racismo, 2016 Instalación de video Idea y texto de César Carrillo Trueba Producción La Maga Films

 

Vivimos inmersos en un sistema de valores que rige las relaciones entre las personas, entre la llamada sociedad mestiza y los pueblos indígenas, entre la primera, que se considera representante de la nación mexicana, y las comunidades originarias de otras partes del mundo que mantienen cierta cohesión (chinos, judíos, los mal llamados gitanos y otros más). Es un sistema basado en ideas, conceptos, teorías y prejuicios enraizados en la mentalidad, en la manera de ver el mundo que prevalece en nuestra sociedad, aprendidos en el seno familiar y en la escuela misma, y perpetrados en los medios de comunicación masiva como la televisión y la prensa, así como en las políticas públicas, pero nunca reconocido abiertamente. Es un racismo velado, escurridizo, difícil de cernir.

Esta discriminación constituye una paradoja, ya que la población de México ha sido siempre mayoritariamente indígena, y actualmente alrededor de quince millones de personas aún hablan su propia lengua y casi todos los demás con ascendencia indígena. Y sin embargo, a lo largo del tiempo –fundamentalmente en el siglo XIX-, con base en la idea de raza se conformó una imagen de inferioridad que persiste hasta nuestros días, constituida por los rasgos físicos y culturales de los pueblos indígenas. ¿Cómo ocurrió esto?, ¿por qué menospreciamos a quienes poseen un mismo origen y rasgos parecidos a los nuestros?, ¿por qué los libros de texto enseñan a enaltecer las civilizaciones prehispánicas, mientras las políticas gubernamentales propician la desaparición de los indígenas contemporáneos, su integración despojándolos de lengua y cultura? 

Esta exposición pretende ser un primer acercamiento a tan serio problema. La intención es -desde una perspectiva amplia, transdisciplinaria, pero centrada en el caso de México- exhibir, mostrar el racismo implícito en la imagen que prevalece en la sociedad alrededor de lo que significa el ser indígena, descendiente de o parecido a... Todo un mundo de connotaciones.

El arte es siempre un buen espejo para mirarse, ya que se encuentra inmerso en el mismo sistema de valores, de relaciones sociales, y sus obras dan cuenta de ello; como también lo está la ciencia, con sus teorías y conceptos, sus clasificaciones e inferencias. Tanto el arte como la ciencia conforman una imagen del mundo, un sistema de representaciones cuyo sentido no se percibe a primera vista; es preciso desentrañarlo, tornarlo visible. 

Tal es el propósito de esta exposición, de este ensayo curatorial, ensayo en el sentido de una reflexión que propone nuevas miradas; ensayo por el carácter transfronterizo de las obras que la componen; ensayo por la intención de establecer un diálogo, por ser una invitación a mirar al que es diferente y a mirarse a sí mismo; ensayo por el propósito de contribuir con un grano de arena a cambiar pautas de convivencia cotidiana, a saber: dejar de ver como desigualdades las diferencias que existen entre los humanos, no discriminar ni dejar ser discriminado; abrazar plenamente la diversidad que nos caracteriza.